jueves, 29 de mayo de 2014

Madurez temprana


Cualquier noche de otoño era oscura y fría, y el recio aire contaminado de la industrialización boyante se introducía en cualquier parte de la ciudad de tal manera que hacía que la gente no se molestara siquiera por el humo del tabaco, pues aquellos que fumaban se volvían menos sensibles a la contaminación, aunque el trabajo y la presión no fueran tan fácil de diluir.
Sólo el barullo de la multitud y las brillantes luces que los carteles de neón irradiaban podían transmitir un poco de humanidad a aquellas calles grises de Seúl.

Por aquel entonces, Corea del Sur estaba gobernada por una junta militar liderada por el general Chun Doo-Hwan, uno de los principales responsables de la infame Masacre de Gwanju de 1980.
La juventud de la época tenía su libertad limitada en gran medida y no podía, por ejemplo, dar muestras de afecto en público, llevar minifalda o escote en el caso de las chicas o tener el pelo muy largo en el de los chicos. No podían tampoco escuchar música rock extranjera o ver películas americanas en el cine – más que nada porque no tenían la posibilidad  material de acceder a estos productos -, y se acababa de levantar la prohibición de emitir la programación televisiva en color.
Uno de los pocos lugares en los que la gente joven podía disfrutar de un cierto grado de libertad, lejos de miradas ajenas, eran unos particulares bares, conocidos como casas de té, en los que se podía escuchar música variada (음악다방).
Estos bares normalmente eran bastante pequeños y estaban llenos de humo y gente joven charlando, fumando, ligando, bebiendo café o té y, sobre todo, escuchando música que probablemente no tenían la oportundiad de escuchar en otra parte.
La música de una casa de té era elegida cuidadosamente por un pinchadiscos para satisfacer los gustos de una juventud vanguardista, aunque hay que tener en cuenta que, la música que hacían los jóvenes coreanos de la época, que no habían tenido la oportunidad de escuchar mucha música occidental, no se parecía mucho a lo que los jóvenes del resto del mundo escuchaban por aquel entonces.
Así que la música “de vanguardia” en Corea en los ochenta era, en realidad, una gran cantidad de baladas con cierto aire folclórico y letras vagas (debido esto también a la censura), de entre las que sin embargo sobresalía alguna que otra canción de significado profundo y cantada por alguien con una voz emotiva y admirable.
Estas voces de gran calidad, mezcladas con el sonido de las guitarras eléctricas y
con un toque ochentero de baterías eléctricas y bajos profundos -pequeña reminiscencia que pudo penetrar en Corea de la música occidental -, quizás transmitieran un sentimiento joven y vigoroso que probablemente se magnificara en aquellos ambientes underground y cargados de humo de las casas de té.
He aquí algunos ejemplos de la música coreana de principios de los ochenta:


jueves, 22 de mayo de 2014

Donde la gente vive


Los sitios donde la gente vive pueden ser en gran medida un espejo del modo de vida, y es através del modo de vida de la gente como se pueden descubrir las peculiaridades de una sociedad determinada.

Una de las características de la sociedad coreana es la existencia de un fuerte sentimiento patriótico e identidad cultural, producto de, entre otras cosas, el hecho de que la preservación de los aspectos característicos de la cultura coreana ha sido amenazada por otras culturas durante múltiples ocasiones a lo largo de la historia.

Estos aspectos culturales característicos están bien arraigados en la sociedad coreana y sus gentes, y pese a las amenazas externas, han poido ser preservados a lo largo del tiempo. Teniéndo esto en cuenta, también hay que decir que con la vertiginosa transformación del país en los últimos tiempos, se ha desarrolado una idiosincrasia cultural particular de finales del siglo XX y principios del XXI, que está igual o más afianzada que las viejas costumbres y de ahí que sean los aspectos de ésta los que más facilmente pueden apreciarse en un hogar coreano moderno.

Un visitante extranjero que entre a una casa como en la imagen de arriba quizás pueda percibir algunos de estos indicadores genuinos de la sociedad coreana.

Pero si la imagen de arriba nno es suficiente para diferenciar una casa coreana normal de una occidental,  Yeondoo Jung nos da el privilegio de poder adentrarnos en treintayún salones coreanos diferentes y ver quien vive (o pudiera vivir) en cada uno de ellos, para que podamos entender qué es aquello en lo que nos diferenciamos, para alcanzar un mayor nivel de comprensión e integración en una cultura diferente.

Sin embargo, sabiendo que de las diferencias culturales siempre se pueden obtener interpretaciones negativas, Yeondoo Jung, en un trabajo posterior, decide apaciguar estas diferencias, en vez de resaltarlas, inmersándose en la mente de los niños a través de una serie de dibujos infantiles escogidos por ser particularmente interesantes.

Los niños no han alcanzado todavía el nivel de complejidad, variedad y a veces contradictoria mentalidad de los adultos y, por consiguiente, son más inocentes y menos excluyentes, de ahí que aquellas diferencias culturales de las que antes hemos hablado no puedan ser fácilmente reconocidas en los dibujos de un niño. Al final, una casa es siempre una casa , un salón es siempre un salón dondequiera que esté, o… ¿acaso los niños piensan otra cosa?


Yeondoo Jung es un fotógrafo coreano con base en Seúl que se volvió internacionalmente famoso por sus interpretaciones fotográficas de dibujos hechos por niños.

jueves, 15 de mayo de 2014

La historia de Im Soo Kyung


Verano de 1989.
El año anterior, se habían celebrado en Seúl las olimpiadas de verano con un indiscutible éxito internacional, en las que participó incluso la Unión Soviética (en plena perestroika), dejando así atrás viejos boicots derivados del ambiente de la guerra fría.
Corea del Norte vio en el ello el potencial que podían tener los eventos internacionales y para justificar, defender  y enaltecer su sistema e ideología frente a las surcoreanas se vio en la obligación de ser el anfritión de un evento que, aunque no fuera de la misma magnitud que la de unos juegos olímpicos,  sí que atraería la participación de una alta cantidad de países (y no sólo comunistas). Se trataba del 13 Festival mundial de jóvenes y estudiantes, celebrado en Pyeongyang.
Aquí se puede ver un video del ambiente del festival en el día de la ceremonia de apertura:

Con motivo de tal evento, se organizó la Marcha Internacional por la Paz y la reunificación de Corea, que, en la parte norcoreana iría desde el monte Baekdu, en la frontera con China, hasta Panmunjom, en la frontera con Corea del Sur y duraría siete días. Llegaron a participar en esta marcha cuatromil personas de treinta países diferentes, que tenían como objetivo final reunirse con los participantes surcoreanos, que comenzarían en el monte Halla en la isla de Jeju y terminarían también en Panmujom.

Pero las autoridades surcoreanas, que en aquellos años aplicaban la Ley de Seguridad Nacional rigurosamente, prohibió tal marcha y arrestó a los participantes.

Con todo y eso, si que hubo una ciudadana surcoreana que consiguió ser partícipe de aquella marcha internacional, pero no porque escapara a las autoridades surcoreanas, sino porque escapó a Corea del Norte para ver las cosas desde otra perspectiva.

Su nombre era Im Soo Kyung y aquí comienza su historia.
Soo Kyung, consciente de la celebración del Festival Internacional de Jóvenes y Estudiantes que se iba a celebrar en Pyeongyang, decidió ir a verlo con sus propios ojos sin el permiso del gobierno surcoreano. Para ello tuvo que hacer un largo viaje con escalas en Japón, Alemania Occidental y Alemania Oriental, para llegar al aeropuerto de Pyeongyang en el día 30 de Junio de 1989.

Las noticias de que una representante de Corea del Sur iba a llegar a Pyeongyang pronto se esparcieron en Corea del Norte y antes de su llegada, montones de gente le iban a estar esperando, tanto en el aeropuerto como cerca del hotel en el que se iba a hospedar y en donde iba a dar su primera conferencia junto a unos coreanos americanos que también venían desde Berlin Oriental.

En las calles colindantes al Koryeo Hotel, abarrotadas de gente, pronto se oyó el sonido proviniente de un altavoz; «¡Ciudadanos de Pyeongyang! Demos una calurosa bienvenida a la representante surcoreana que va a hacer su llegada a Pyeongyang, la ciudad anfritiona del festival. La juventud surcoreana, a la que sólo podíamos imaginar en nuestras mentes pero que siempre quisimos conocer. La juventud del mundo, que ha atravesado montañas y océanos para estar aquí. ¿Cómo podemos  expresar nuestro deleite de conocer y dar la bienvenida a la juventud surcoreana a Pyeongyang que ha tenido la voluntad tan fuerte de ser partícipe de este festival tanto como para enfrentarse al gobierno surcoreano? Tras oír que la juventud surcoreana iba a llegar, incluso aquellos que sólo pasaban por aquí se han parado a esperar sin aliento tan sólo para verla.

¡A los estudiantes que han venido hasta Panmujon, tras superar el riesgo y el sufrimiento, nuestro deseo también es la reunificación! Nadie puede impedir que los 70 millones de srucoreanos que gritaron hasta quedarse roncos y que sufrieron todo tipo de tortura y violencia dejen de expresar su patriótico deseo de reunificación. ¡Todo el mundo, demos una calurosa bienvenida a la juventud surcoreana!».

Norcoreanos enfrente del hotel expectantes ante la aparición de Im Soo Kyeong


jueves, 8 de mayo de 2014

Una bailarina nostálgica (la historia de Seunghee Choi)


En el año 1911, Corea llevaba siendo sólo un año colonia japonesa, y todavía estaba muy arraigado un sistema clasista en el que unas pocas familias vivían estupendamente a costa de la gran mayoría de población campesina que sufría estragos para sobrevivir.
La familia Choi, era una de esas pocas familias agraciadas de nobles, o yangbang, como se les conocía en Corea, que disfrutaban de gran holgura. Nuestra protagonista, Seunghee, nació ese año en esa familia, y su vida, de haber sido en otra época, hubiera transcurrido cómoda y tranquilamente sin pena ni gloria, pero el mundo estaba cambiando e iba a cambiar todavía más, y a Seunghee, todos estos cambios le pillaron de pleno.
Hasta cumplir los 15 años, la vida de Seunghee Choi transcurrió según lo esperado, graduándose en el instituto Sookmyung con excelentes calificaciones, pero, eran los años 20, y la gran influencia occidental traída a la península coreana por Japón, causaban un gran impacto, por lo exótico y por la novedad, en los jóvenes y adolescentes pertenecientes a familias adineradas de la época, y la joven Seunghee también se dejó seducir por los aires de vanguardia y se le antojó viajar a Japón para convertirse en bailarina profesional. Así pues, oponiéndose a los deseos de su padre de que estudiara derecho, ingresó en el prestigioso instituto de danza y coreografía de la bailarina de bailes modernos Baku Ishii. Parecía que Seunghee había tomado el camino correcto, pues pronto destacó como una de las bailarinas más talentosas de la escuela. Aunque parecía no olvidarse de sus orígenes, pues consiguió desarrollar un estilo propio de baile moderno basado en las danzas tradicionales coreanas, la joven bailarina se estaba adaptando e integrando perfectamente en la sociedad japonesa. Todo el mundo la conocía como Sai Shoki, su nombre japonizado, y comenzó a suscitar la atención de los intelectuales japoneses de aquel entonces.
En el año 1929, sin embargo, decidió desglosarse del Instituo Ishii para fundar su propio instituto de danza en Seúl. Allí, en la península coreana, conoció a un distinguido crítico literario, Mak Ahn, y se casó con el a la edad de 20 años. Los años 30 significaron para ella la ascensión a la gloria y a la mayor fama y poco a poco se fue convirtiendo en una de las artistas más consideradas en la sociedad coreana, japonesa y asiática en general. Todo comenzó cuando en 1934, consiguió embaucar al entonces ilustre y célebre escritor japonés Yasunari Kawabata (Premio Nobel de literatura en 1968), quien se convirtió en su mecenas y se dedicó a lanzarla por el mundo. Kawabata quedó tan prendado de la personalidad de Seunghee que incluso llegó a escribir un relato basado en ella, titulado La bailarina.
Poco a poco, la bailarina, se fue haciendo más célebre, e incluso debutó en el cine con gran éxito con una película semiautobiográfica llamada Bailarina de la península (반 도의 무희), que se mantuvo en cartelera durante cuatro años consecutivos. Gracias a Kawabata y a su gran talento, Seunghee pudo viajar alrededor de todo el mundo, algo que en aquella época muy pocos privilegiados podían hacer. A parte de en Japón y Corea, Seunghee estuvo bailando en China, Estados Unidos, Francia, Alemania, Bélgica, Argentina e incluso España. Llegó incluso a formar parte del jurado del Segundo Concurso Internacional de Danza de Bruselas en el año 1939. A lo largo de todos estos viajes y éxitos, la éxotica bailarina asiática se pudo codear con grandes personalidades internacionales de la época como Jean Cocteau, Pablo Picasso, Henry Matisse, Walt Disney, Charlie Chaplin, Robert Taylor y muchos más. Las cosas no podían ir mejor para Seunghee Choi, pero, derrepente, el mundo entero se vio acechado por una desastrosa guerra que perjudicaría a todos.
A Seunghee se le empezó a ver actuando en las bases japonesas para levantar la moral de los soldados. Quizás lo hiciera por mera supervivencia, pero el caso es que la guerra llegó a su fin y Japón fue una de las naciones derrotadas, y los surcoreanos no tardaron en acusar a su antes aclamada bailarina de “artista fascista” y traidora. Al final de la guerra, pues, el destino de Seunghee parecía incierto, pero pronto se vio respaldada por su marido, que había adoptado las convicciones comunistas que por aquel entonces se extendían de manera esperanzadora y, vale decirlo ahora, ingenua, por el mundo. Es por eso que, la recién nacida Corea del Norte les parecía un destino idóneo para desarrollar una carrera artística en lo que prometía ser una nación encaminada hacia el progreso y el bienestar social. La pareja, debido a su fama e influencia, pronto adquirió importantes puestos en el gobierno norcoreano. Inmediatamente conocida esta notica en Corea del Sur, el gobierno surcoreano prohibió deliberadamente cualquier representación de los trabajos coreográficos de Seunghee e incluso la mera pronunciación de su nombre, prolongándose esta prohibición nada más y nada menos que hasta el año 1989.
En los años 50 pudo reabrir otra vez un instituo de danza en Pyeongyang y estuvo enseñando junto a su hija a numerosos alumnos. Sin embargo, por aquel entonces, Kim Il Sung, el presidente de la nación norcoreana, comenzó a implantar una fuerte dictadura al estilo estalinista que truncaría los sueños y esperanzas de muchos de los compatriotas coreanos que se habían instaurado en Corea del Norte con la esperanza ilusoria de un futuro mejor. Esta dictadura desembocó en una purga contra cualquiera que suscitara oposición a las formas de Kim Il Sung y su gobierno que afectó directamente a la bailarina de la península y su marido.
Seunghee Choi y todo su trabajo desaparecieron de la vida pública en 1967. Desde entonces, todo aquel que se acordara de ella, en cualquiera de las dos Coreas, se veía obligado a hacerlo encerrado en la misma nostalgia silenciosa que probablemente sufriera nuestra exótica bailarina al final de sus días.
En Febrero del 2003, el gobierno norcoreano anunció que murió en 1969 a la edad de 58 años.
Además de bailarina, Seunghee era una cantante de Jazz amateur y nos ha dejado su dulce voz en esta nostálgica grabación:


jueves, 1 de mayo de 2014

Presentación


Corea es todavía un país del que poco se sabe y hacia el que poca gente tiene un real interés, debido esto, seguramente, al desconocimiento general.
A pesar de que últimamente Corea se ha dado a conocer gracias al K-Pop y a marcas de proyección internacional como Samsung o Lg, Corea es un país del que todavía poco se sabe y sobre el que reina un desconocimiento general por parte de occidente.
Para un entendimiento del interés que tiene Corea, es inebitable empezar a mencionar su posición geopolítica. La cercanía del país con Japón y China, hace que Corea comparta muchas cosas con estos países. De hecho, mucha gente que conoce Corea lo ha hecho después de haber conocido Japón. Japón es mucho más conocido, estudiado y visitado que Corea. Hay mucha gente que le apasiona Japón, como país o cultura, sin embargo —aunque cada vez más— la cantidad de apasionados de Corea es considerablemente menor. Esto puede deberse a que, en principio, la oferta cultural y subcultural que ofrece Japón ha sido mayor que la de Corea, eso es algo innegable, sin embargo, Corea, que poco a poco se va abriendo al mundo, todavía mantiene ese halo de misterio, de lo todavía desconocido, de lo virgen, que en lo japonés ya ha desaparecido.
Cuando se empieza a investigar sobre Corea y su cultura, uno descubre que poca gente lo ha hecho anteriormente, y eso es un incentivo de motivación e interés enorme.
También es otro grado de motivación, mayor si cabe, el tener la oportunidad de hablar y haber hablado con una gran cantidad de coreanos y descubrir lo abiertos que son y la facilidad que te dan para entablar una relación de amistad con ellos, lo cual te lleva a querer profundizar más todavía en su lenguaje y cultura hasta que llega un punto en el que quedas inmerso en ellos, y ese lenguaje y cultura se hacen familiares y acaban convirtiéndose en una parte de ti. En ese punto fue cuando decidí venir a Corea, y aquí ya llevo cuatro años.
Y estos cuatro años me han enseñado tantas  cosas, sobre el Corea y sobre la vida, que me parecería una pena dejarlas sin compartir. Es por ello que abro este blog, para compartir las impresiones y experiencias que la vida en este peculiar país me ha dado, me da y me darán.
Un saludo.